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miércoles, 29 de julio de 2015

SAN MARTÍN PROCLAMÓ LA INDEPENDENCIA DE PERÚ UN 28 DE JULIO DE 1821 FLAMEANDO LA BANDERA CREADA EN PISCO



EL DÍA SÁBADO 28 DE JULIO DE 1821 EN LA PLAZA PRINCIPAL DE LIMA SE JURA SOLEMNEMENTE LA INDEPENDENCIA DE PERÚ: EN LA MAÑANA DE TAN MEMORABLE DÍA, SAN MARTÍN SE DIRIGIÓ A LA PLAZA PRINCIPAL, PRECEDÍA A ESTE SÉQUITO UNA LUJOSA COMITIVA. EN MEDIO DE LA PLAZA SE HABÍA CONSTRUIDO UN GRAN TABLADO, AL QUE SE DIRIGIÓ SAN MARTÍN Y UNA VEZ EN ALTO EL MARQUÉS DE MONTEMIRA PUSO EN SU MANO LA BANDERA PERUANA QUE EL GENERALÍSIMO CREARA EN PISCO Y RECIBIÉNDOSELA SAN MARTÍN EN MEDIO DE UN ALBOROZO DELIRANTE, LA TREMOLÓ Y PRONUNCIÓ ESTAS PALABRAS QUE AL DECIR DE UN CRONISTA PERMANECERÁN  ESCULPIDAS EN EL CORAZÓN DE TODO PERUANO ETERNAMENTE. 

“EL PERÚ ES DESDE ESTE MOMENTO LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE”. BATIÓ LUEGO POR REPETIDAS VECES LA BANDERA QUE ÉL MISMO HABÍA CREADO EN PISCO, SÍMBOLO DE LA NUEVA NACIONALIDAD QUE , ERA SOSTENIDO  POR SU FUNDADOR, EL PUEBLO REPETÍA ¡VIVA LA PATRIA, VIVA LA LIBERTAD, VIVA LA INDEPENDENCIA.



SAN MARTÍN PROCLAMÓ LA INDEPENDENCIA DE PERÚ EL 28 DE JULIO FLAMEANDO LA BANDERA CREADA POR ÉL MISMO EN PISCO. 

Por Miguel Angel Bayona Elías. Delegado Instituto Sanmartiniano Filial Palpa en Argentina.

Era un miércoles del 19 de julio de 1821 cuando el director O’Higgins dirige un oficio que también llevaba la firma de su ministro Zenteno, dirigido al almirante Cochrane, en el que se le informa que el general San Martín es el comandante en jefe de la expedición lista para marchar a Perú, y se precisan en el documento con toda claridad cual es la sujeción del Almirante a la autoridad de San Martín, y la línea de conducta que deberá observar referente a las operaciones de la escuadra según lo creyese conveniente el Comandante en Jefe de la fuerza expedicionaria.

El mismo día se daba a conocer a Cochrane esta resolución, se le pasaba a San Martín un oficio y en forma reservada se le daban a conocer las últimas decisiones del gobierno de Chile para el caso en que el almirante Cochrane por actos arbitrarios u otro, no mantuviese dentro de su órbita. En el caso que el Almirante no cumpliese las órdenes o instrucciones de su Generalísimo, éste debía exonerarlo del mando y subrogarlo por el capitán de navío don Martín Jorge Guise, invistiéndolo con el comando en jefe.

Desde Lima, San Martín le escribe a O’Higgins lo siguiente: Al fin, con paciencia y movimientos hemos reducido a los enemigos a que abandonen la capital de los Pizarro. No puede usted calcular el grado de entusiasmo de estas gentes. El es en proporción de la horrible tiranía que han ejercitado los españoles.

El día 20. Arenales, recibió en la noche del 19, comunicaciones de San Martín, con noticias claras sobre la Serna, el que había salido de Lima con cerca de 4,000 hombres, marchando por la costa del Sud hasta Bujama, había convergido hacia la Cordillera por la misma quebrada y atravesando el partido de Yauyos se dirigía hacia Jauja (estos detalles se los transmitían a Arenales espías y prácticos de confianza), ante estas noticias, el General de la Sierra, resolvió en la madrugada del 20 ponerse en marcha inmediatamente, para dirigirse al puente de la Oroya, pasarlo y buscar la quebrada de Yáuli, para dar con el Virrey. Calculaba Arenales que éste debía hallarse a la sazón en la cima de los Andes. Puesto en marcha por los altos del Oeste de Jauja, a media tarde acampaba en la hacienda de Cachicachi, a donde acababa de llegar el Batallón Nº 2 de Chile, que4 por orden de San Martín venía del otro lado a reunirse a la División de la Sierra.

El día 21. Prosigue la división de Arenales, sufriendo bastante por la nieve que felizmente se disipó a media mañana: al caer la tarde llega al pueblo de la Oroya, donde se encontraba el puente colgante (sobre cables) del mismo nombre sobre el Río Grande. La operación de cruzar el río duró más de 24 horas: la caballería en la tarde del 21; la artillería, infantería y parte el día 22, estando a media tarde de este día acampada toda la división en la margen derecha del río.

El día 23. La división de la Sierra marcha toda la jornada, en repecho y por fondo de la quebrada de Yauli, alojándose en el pueblo  de este nombre, distante 10 leguas de la Oroya y 26 de Jauja.

El día 24. San Martín expide un bando declarando que el estado de guerra en que se halla Perú con la Metrópoli, no es conciliable con la circunstancia de que se presenten en las calles públicas oficiales del ejército real con las escarapelas e insignias españolas, por lo que prohíbe el uso de tales distintos.

En la noche del 23, Arenales había recibido noticias de Lima, anunciándole que el Virrey había contramarchado, dejando a Yauyos para buscar el paso de Turpo y Totay, sobre Huancavélica: La causa era que los habitantes de Yauyos, muy patriotas y belicosos, habían opuesto una obstinada resistencia a la marcha de, de la Serna, causándole gran pérdida, y obligándole  a abandonar el paso que buscaba.

Arenales había hecho saber a los habitantes de los Yauyos la próxima salida de los realistas de Lima, incitándolos a la resistencia, y aquéllos respondieron ampliamente a este llamado: las familias con sus ganados habían emigrado y retirado los víveres y forrajes, las casas abandonadas, los caminos cortados en los puntos estrechos e indispensables; toda la gente de pelea, hasta los muchachos, dividida en trozos, ocuparon los lugares culminantes en los desfiladeros, convirtiéndolos en expugnables castillos: los que poseían armas de chispa y blancas formaban las guerrillas en los bajos, sosteniendo continuamente tiroteos con los enemigos y refugiándose en los boquetes laterales, según las circunstancias.

En el día miércoles 25 la División de la Sierra llega al pueblo de Matucana, distante 19 leguas de Lima; lugar donde se acantonó para descansar después de 16 días de penosas e ininterrumpidas marchas. Arenales despachó desde Casa-Palca, primera población de la quebrada de San Mateo, al coronel Francisco de Paula Otero, que como otros, marchaba como emigrado, para que se adelantara a Lima a informar verbalmente a San Martín circunstancialmente de todas las novedades y estado de la División. El infatigable Otero llegó a Lima el mismo día, a fin de llenar su cometido.

En ese mismo día del 25 de julio. San Martín expide un bando, anunciando a los peruanos de que el próximo sábado 28 se proclamará solemnemente la Independencia del país, y para que tal acto revista la importancia que corresponde, invita al vecindario a que adorne e ilumine sus casas en las noches del viernes, sábado y domingo, para que con  las demostraciones de júbilo, se den al mundo los más fuertes testimonios del interés con que la ilustre capital de Perú  celebrará el día primero de su independencia, y el de su incorporación a la gran familia americana.

Mientras tanto el día 26 los sitiados del Callao emprenden una formal salida que fue rechazada por los sitiadores, acción en la que se distinguieron especialmente el sargento mayor Eugenio Necochea y el capitán Pedro Raulet, que fue herido levemente.

Finalmente el día sábado 28 de julio del año 1821 en la plaza principal de Lima se jura solemnemente la Independencia: 
En la mañana de tan  memorable día, San Martín reunió en el palacio de los Virreyes a los jefes de su E.M. y desde allí se dirigió a la plaza principal, acompañado del marqués de Montemira, de su E.M. y de todos los jefes y oficiales del Ejército Libertador.

Precedía a este séquito una lujosa y numerosa comitiva: En medio de la plaza se había construido un gran tablado, al que se dirigió San Martín y una vez en alto el marqués de Montemira puso en su mano la bandera peruana que el Generalísimo creara en Pisco y recibiéndosela San Martín en medio de un alborozo delirante, la tremoló y pronunció estas palabras que al decir de un cronista permanecerán esculpidas en el corazón de todo peruano eternamente: 

“El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Batió luego por repetidas veces la bandera y mientras el símbolo de la nueva nacionalidad era sostenido por su fundador, el pueblo repetía  ¡Viva la patria, viva la libertad, viva la independencia!.

Por la noche se celebró tan magno acontecimiento con una recepción solemnísima en las salas capitulares del ayuntamiento, a la que asistió lo más calificado de Lima.

Bailóse hasta altas horas de la noche, y por todas partes se dejaba ver San Martín afable y cautivante. Todo cooperaba – se dice en un documento – a hacer resaltar más y más el esplendor de una solemnidad tan gloriosa.

Fuente: Jacinto R. Yaben, Efemerides Sanmartinianas, Tercera Edición y Comisión Nacional de Homenaje al Bicentenario del Nacimiento del General D. José de San Martín, Instituto nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1978.

Collage: El Blog de Miguel Angel Bayona.

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