MARÍA ROSTWOROWSKI CREE QUE LAS ÉLITES PERUANAS, NO SON ÉLITES. SON IGNORANTES QUE HAN DESTROZADO A LIMA Y SON DESCASTADAS. EN LA PLAZA DE ARMAS EXISTÍA UNA ARQUERÍA DE PIEDRA. LA BOTAN PARA PONER UNA DE CEMENTO. IGNORANCIA, PUES. ESO NO ES ÉLITE. SE PREGUNTA PORQUE A LA FECHA NO HAY PUEBLOS BELLOS. LOS PUEBLOS PRECOLOMBINOS, COMO MACHU PICCHU, TIENE MUCHA BELLEZA. SI VEMOS LOS PUEBLOS COLONIALES TAMBIÉN. ¿PORQUE LOS MODERNOS SON TAN ASQUEROSAMENTE FEOS? SUCIOS, MAL CONSTRUIDOS, SIN UNA NOTA DE BELLEZA. PARA MÍ, ES ALARMANTE.
LAS CONSTRUCCIONES POSTERIORES A UN DESASTRE NATURAL SON FEAS, NADIE PIENSA EN LA ESTÉTICA, EN LA BELLEZA. ¿QUE PASA CON EL PERUANO? YO LE PREGUNTO A QUIEN LEA ESTA ENTREVISTA QUE ENCUENTRE UNA EXPLICACIÓN. ¿PORQUE QUÉ EL PERUANO MODERNO NO TIENE BELLEZA? TENGO ESPERANZA EN LA GENTE JOVEN. LO QUE HA CAMBIADO HASTA AHORA ES GRACIAS A LA JUVENTUD.
María Rostworowski: "Los libros siguen repitiendo las mismas tonterías que hace 20 o 30 años"
María Rostworowski acaba de cumplir 100 años. En el 2007,
compartió con Perú Económico su visión de la historia del Perú y
algunos recuerdos personales. Esta es la entrevista por Gonzalo Zegarra Mulanovich y Benajmín Huamán de los Heros.
Considera que las élites en el Perú son
descastadas e ignorantes; sin embargo, a los 92 años [cuando se realizó esta
entrevista] tiene esperanza en la juventud. María Rostworoski, una de las más
importantes intelectuales del país, cree que recién hoy los peruanos
empiezan a valorar lo andino y a entender lo que significa la patria.
¿Qué aspecto de su infancia en Europa la ha marcado?
Mi primera navidad polaca. Acá no hay
pinos, pero recuerdo que allá fui al bosque en trineo con mi primo a buscar
uno. Después de la cena, en la hacienda de mi tío, él abrió las puertas del
salón y vimos el pino, era todo luces. Yo tenía seis años y lo veía enorme.
Habíamos hecho cadenetas para adornarlo. En esa época, en Polonia no había
electricidad en el campo, pero tenía velitas que lo iluminaban. Una maravilla
de luces. Esa es una verdadera navidad.
Siendo hija de polaco, y habiendo pasado sus primeros años
fuera del país, ¿cómo se forja en usted la identidad peruana?
No se forja al principio. Siento que me
jala el Perú por un lado y Polonia por el otro. Mi padre por un lado, mi madre
por el otro. Cada uno me quiere “en su cancha”. Y yo me siento jalonada.
Cuando estoy viviendo en Polonia, me caso
con un polaco, y no me siento totalmente a gusto. Vivimos en la hacienda de mi
suegro, donde teníamos una casita al lado del palacio, porque era un verdadero
palacio. Pero yo quería conocer el Perú. Tenía curiosidad. Entonces decido
marcharme al Perú. No quería permanecer en Polonia. Le dije a mi marido: vienes
conmigo o te quedas, pero yo me voy. Y se vino.
¿Qué edad tenía usted?
Tenía
19 años cuando llegué al Perú. Al principio me fue muy duro acostumbrarme a
Lima, porque había vivido mi niñez en el campo polaco y en el campo francés.
Venir acá era un cambio, indudablemente. Me costó mucho trabajo acostumbrarme a
Lima. Era todo muy gris, lo poco verde que había era un verde ceniciento. Para
mí, una revelación fue ir a Cusco por primera vez. La luminosidad del Cusco me
captó. Eso me congració. Y quería leer una historia de los Incas, pero no había
nada, nada escrito. Sólo encontré el libro de (Sir Clement) Markham, un libro
chiquito (The
Incas of Perú), donde hablaba mucho de Pachacútec. Se me ocurrió
entonces hacer una biografía de Pachacútec. Demoré 10 años entre leer todo lo
que había que leer y escribir. Salió en 1953: Pachacútec Inca Yupanqui.
¿Le chocó mucho la pobreza en el Perú, o en Polonia era
similar?
La pobreza en Polonia era distinta, las
chozas de los campesinos eran bellas, siempre llenas de flores.
¿Qué fue lo que más le impresionó para bien y para mal cuando
llegó al Perú?
Me disgustó la manera como los peruanos
son tan poco patriotas. Yo fui criada en un ambiente muy patriota, el polaco,
donde el país está primero. Y aquí tan despreocupados están que no les importa
nada del país, especialmente la parte andina, que sencillamente no existía, no
les interesaba. En ese sentido, francamente me decepcionaron en el Perú.
Lo que me gustó es que los peruanos son
más cálidos que los polacos.
¿Y usted cree que ese desinterés por lo andino ha cambiado en
estos años?
Ha cambiado mucho, sí. La gente ahora
lee, viaja a otros países, se da cuenta de que en otros lados hay más
patriotismo. Entonces, empieza a comprender lo que significa la patria.
¿Usted no tenía una formación formal en historia?
¿Educación formal? Sólo tenía la que te
dan en el colegio. Tuve una muy buena profesora. Y en Inglaterra, donde estuve
en un internado, aprendí a hacer resúmenes. Eso me ayudó mucho. Pero más me
ayudó conocer el Perú. Me divorcié y después de 10 años me casé con Diez
Canseco, lo que me ayudó mucho a echar raíces, porque viajamos por el Perú. Eso
para mí fue una revelación, que Lima no era el Perú. Me dio más curiosidad para
estudiar e investigar.
¿Y es verdad que con Raúl Porras Barrenechea usted aprendió a
hacer fichas?
Claro. Yo no tenía ninguna formación,
pero la tuve con Porras, que era un erudito, pero también un maestro innato.
¿Es la persona que más influyó en usted intelectualmente?
Por supuesto. Además de Porras
Barrenechea, John Murra también influyó en gran medida en mis investigaciones.
¿Usted cree que la esencia de la peruanidad yace en lo andino
o en lo criollo, o es que acaso no hay contraposición?
Hay contraposición, porque lo andino no
existía, había un desprecio total. Yo creo que para ser un país integrado, el
peruano debe reconocer lo andino, porque el país es las dos cosas, no se puede
separar lo andino de lo criollo, tiene que haber una unión de esas dos
identidades. Eso es lo que falta.
¿Cree que un país con esa diversidad cultural es un país
viable?
Si hay voluntad, ¿por qué no? No somos el
único país que tiene una complejidad racial. Muchos países comparten la misma
característica. Y yo creo que mucho está cambiando. Cuando yo empecé me
preguntaban por qué estudiaba indios, por qué no estudias el Virreinato o la
República. Porque no me interesa, respondía.
Porras, incluso, no estudiaba indios.
Pero
yo creo que algo influencié en Porras porque sus prólogos a las publicaciones
de la Gramática y el vocabulario de Fray Domingo de Santo Tomás son lindas
aproximaciones. También en el viaje de Riva Agüero del Cusco a Lima –relatado
en el libro Paisajes Peruanos–,
Porras hace el prólogo y no sé qué me gustó más si el libro o el prólogo. Creo
que el prólogo (risas).
¿De qué se enamoró usted en el Perú: de la historia, del
mundo andino, de Pachacútec?
Yo creo que del mundo andino, en general.
Su geografía, sus paisajes, hay mucha belleza en el Perú, el problema es que la
gente no viaja. Recién comenzaba el turismo interno cuando vino Sendero y otra
vez, 15 años sin salir de Lima, Lima la horrible. Es una ciudad fea, tiene
barrios bonitos, pero hay una despreocupación por Lima. Yo no sé que cosa les
interesa fuera de tener un departamento en Miami. Es el sueño del peruano,
vivir en Miami.
Es muy crítica con las élites peruanas.
Creo que no son elites. Son muy
ignorantes. Han destrozado Lima. Son descastadas. En la Plaza de Armas existía
una arquería de piedra. La botan para poner una de cemento. Ignorancia, pues.
Eso no es élite.
¿Tiene esperanza de que eso cambie?
En la gente joven sí. Lo que ha cambiado
hasta ahora es gracias a la juventud.
Tanto en la clase dominante como en el
pueblo que surge, esa es la esperanza. Ahora, si tendrán los medios o una
visión del Perú a futuro, sabe Dios. Pocos países son los que han tenido
bellezas y han dejado que se derrumben, porque no les ha importado.
Una
preocupación mía es por qué, a la fecha, no hay pueblos bellos. Los pueblos
precolombinos, como Machu Picchu, tienen mucha belleza. Si vemos los pueblos
coloniales, también. ¿Por qué los modernos son tan feos? ¿Tan asquerosamente
feos? Sucios, mal construidos, sin una nota de belleza. Para mí, es alarmante.
Las reconstrucciones posteriores a un desastre natural son feas, nadie piensa
en la estética, en la belleza. Si nace espontáneamente es algo feo. ¿Qué pasa
con el peruano? Yo le pregunto a quien lea esta entrevista que encuentre una
explicación. ¿Por qué el peruano moderno no tiene belleza?
¿Se considera en algún sentido una revisionista de la
historia?
No me considero especialmente
revisionista.
Y sin embargo su aporte ha sido el repensar la historia del
Tahuantinsuyo.
Claro, es que hay que repensar. En ese
sentido, el revisionismo es necesario.
¿Qué ha sido lo más difícil de desmitificar respecto del
Tahuantinsuyo?
Lo más difícil es cambiar la mentalidad
peruana. Los libros de texto siguen repitiendo las mismas tonterías que hace 20
ó 30 años: Manco Cápac, Sinchi Roca… Eso es lo que saben, eso es lo que ponen.
Y que los peruanos se interesen por lo suyo, que no miren las huachaferías
extranjeras. Que miren lo suyo. Que se pregunten por qué esta loca de María
Rostworowski sigue pensando en el Ande. Porque hay belleza. Hasta el desierto
de la costa tiene belleza a la hora de la puesta del sol. Hay belleza, pero no
sé si haya ojos que la aprecien. Creo que no. Me gustaría que un psicólogo
analizara esto.
¿Este es un problema reciente?
Yo creo que es republicano, porque el
Virreinato tiene cosas lindas.
¿Hay un problema de autoestima colectivo?
Yo creo que sí. Hay un problema con la
enseñanza de la historia. En el colegio, a los chicos los trauman, les cuentan
de un gran imperio y olvidan los tejidos de Paracas, por ejemplo, o el resto de
culturas. Pero además cuentan que un grupito de extranjeros venció fácilmente a
este maravilloso imperio. El chico entonces no quiere saber nada de los que se
han dejado vencer tan fácilmente. Eso yo también lo tuve y si no llego a
analizar la conquista de Cajamarca, no escribo un libro. Las causas son
conocidas, las visibles: la superioridad europea en cuanto a la pólvora, el
sable, el caballo.
Pero lo importante es que hay causas invisibles. ¿Qué se
cocinaba entonces en el Perú de esa época? Eso no se ha estudiado. No existió
la utopía de Garcilaso de la Vega. Un país no es una maravilla desde todo punto
de vista. Había pasiones, odios, muertes. El Inca dejaba a los grandes señores
andinos en su puesto si se sometían, pero si no los cambiaba y ponía otros. En
todo caso, los dejaba empobrecidos, porque les quitaba sus mejores tierras, que
eran trabajadas por la gente del lugar, pero cuya cosecha se dirigía a los
depósitos estatales. Los mejores hombres eran enviados a la guerra,
forzosamente. Y no volvían, no sólo por las muertes en combate, sino por las
grandes distancias que debían recorrerse. O morían o se quedaban. Los mitimaes,
por otro lado, eran enviados lejos para cumplir tareas del gobierno.
Los
grandes señores andinos estaban entonces deseosos de quitarse a los incas de
encima. Viene Pizarro y aprovecha la oportunidad. La reacción inca, con la
caída del Incario, es Manco Segundo, quien trata de hacer un movimiento andino,
pero no lo logra por la desunión, las envidias y las mezquindades. No fue un
puñado de españoles, sino la masa grande del mundo andino que apoyó a los
invasores. Los señores andinos no pensaron que Pizarro fuera a quedarse, y de
ahí su apoyo. Hay pruebas: Huacra Páucar, un curaca de Jauja, apunta en un
quipu todo lo que le da a los españoles, víveres, armas, medios de transporte.
Le quitan su apoyo a Manco Segundo y se lo dan a Pizarro. Luego, ya establecida
la Real Audiencia, este gran señor andino de Jauja hace traducir su quipu al
español, en un documento que se ha encontrado, y pide una encomienda a cambio
de los favores prestados, y por supuesto se la niegan.
¿Es verdad que la rebelión de Manco Inca, sitiando Lima y
Cusco, estuvo cerca de triunfar?
Es cierto, y es también una prueba del
apoyo a los españoles y no a los incas. Manco Inca manda un ejército para tomar
Lima. Estaban entrando por el río, aprovechando las piedras y los guijarros que
frenaban a los caballos españoles. Pero de buenas a primeras, según la crónica
anónima, se van. ¿Qué había pasado? La concubina de Pizarro era Inés Huaylas
Yupanqui, hija de Huayna Cápac y de la curaca de Huaylas. Ella llamó en auxilio
a su madre, quien mandó un ejército para luchar a favor de los españoles. Ahí se
ve la conducta de los grandes señores andinos.
¿Qué hubiese pasado, en su opinión, si triunfaba esa
rebelión?
Probablemente hubiese llegado una armada
española, con refuerzos…
Es decir, la conquista era irreversible…
Yo creo que era irreversible.
Y avanzando en el tiempo, un par de siglos más tarde, ¿qué
hubiese pasado si triunfaba la rebelión de Túpac Amaru?
Difícil
que ganara. Hay un dicho polaco: Rebe debe abe latabe berebe:
si esto o lo otro hubiese pasado, hasta los peces volarían. No se puede predecir.
Hay muchos imprevistos en la historia.
¿Qué temas faltan investigar en la historia del Perú?
Hay mucho por investigar. Depende mucho
del éxito en hallar manuscritos, y de ir a archivos y estudiar. Lo que yo hacía
también era ir con el manuscrito al campo. Eso es absolutamente necesario, así
se entiende mucho mejor lo que dice el documento.
¿Sigue usted investigando?
No, ya no. Tengo 92 años.
¿Cree que la labor de un investigador actual es similar a la
de hace 50 años?
La diferencia está en que se encuentran
nuevos documentos que van cambiando la visión.
¿Quién fue el gran amor de su vida?
Mi hija.
¿Ninguno de sus esposos?
Esa es otra cosa. Pero por mi hija hacía
cualquier cosa, que no hacía por mis esposos (risas).
¿Ha cambiado mucho el espacio que se le permite tener a la
mujer en la sociedad peruana?
Claro, obviamente ha cambiado muchísimo,
pero todavía tiene que haber una presidenta.
¿Es usted creyente? ¿Cree en Dios?
Claro que sí.
¿Cómo ve la muerte? ¿La siente cercana?
Quisiera que venga de una vez. Yo digo
siempre: San Pedro se olvidó de mí.
¿Qué espera de la muerte?
Descansar. El hecho de no tener cuerpo
debe ser una maravilla.
¿Por qué?
¡Porque no friega! (risas). Que tiene
sueño, que no tiene sueño, que tiene hambre, que no tiene hambre, y hay que
darle gusto, si no se rebela.
¿Si pudiera, qué hubiera hecho distinto?
Rebe debe abe latabe berebe.
Pero, ¿se arrepiente de algo en su vida?
Me arrepiento de lo que no he hecho, más
que de lo que hice. Hacer un viaje en vez de no hacerlo. Tarapoto, por ejemplo.
Una vez, viajando de algún sitio a otro, el avión hizo escala en Tarapoto, y
hubiera querido bajar aunque sea al aeropuerto, pero nos tuvimos que quedar en
el avión. Lo vi tan verde, tan frondoso…
- Fuente:
PERÚ ECONÓMICO
- Fotos 12 - Crédito: Andina
- Collage: El Blog de Miguel Angel Bayona
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María Rostworowski de Diez-Canseco, nació en Barranco,
Lima, 8 de agosto de 1915 (100 años) Es una destacada historiadora e
intelectual peruana, ha desarrollado una vasta producción que contribuye
invalorablemente al conocimiento y a la comprensión de la historia del Perú. Alma Mater de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Sus aportes desde la etnohistoria, la consolidan como
una de las principales historiadoras del siglo xx.
Sus obras y
publicaciones son:
1. Pachacutec Inca
Yupanqui (1953)
2. Pesos y medidas en
el Perú prehispánico (1960)
3. Señoríos índigenas
de Lima y Canta (1978)
4. Estructuras
Andinas de Poder (1983)
5. Entre el mito y la
historia. Psiconanálisis y pasado andino (1987)
6. Historia del
Tahuantinsuyu (1988)
7. Doña Francisca
Pizarro. Una ilustre mestiza (1989)
8. Ensayos de
historia andina. Élites, etnias, recursos (1993)