LA ESTRATEGIA DE MACRI PARA SOSTENER UN AJUSTE IMPOPULAR SE SOSTIENE EN UN ACUERDO TRIPARTITO: ANUENCIA JUDICIAL, MORDAZA INFORMATIVA Y REPRESIÓN. LA SEGUNDA ESTRATEGIA, LA DE LA MORDAZA INFORMATIVA SE INICIÓ CON LA INCLUSIÓN DE DIVERSOS DIRECTIVOS DE CLARÍN Y LA NACIÓN EN POSICIONES DE GOBIERNO. LA TERCERA PATA DE ESTA ESTRATEGIA ES LA MÁS CLÁSICA DE TODAS. EL ABC DE TODOS LOS AJUSTES INCLUYE FUERTE REPRESIÓN. NADIE JAMÁS ACEPTA SER MÁS POBRE PASIVAMENTE Y ESTA SE IMPONE A LA FUERZA.
ESTA COMBINACIÓN DE ACELERADAS DECISIONES ESTÁN
RELACIONADAS AL INTENTO DE MACRI POR IMPONER UN CICLO DE REDUCCIÓN DE DERECHOS SOCIALES Y CÍVICOS QUE NOS LLEVARÍA A UNA “DEMOCRADURA”,
UN TIPO DE DEMOCRACIA DE BAJA INTENSIDAD QUE FUNCIONA DE FORMA NO REPUBLICANA.
ESTA REDUCCIÓN DEL PAPEL SOCIAL DEL ESTADO QUE LA ARGENTINA EXPERIMENTÓ EN EL
PASADO, EN COMBINACIÓN CON UNA VIOLACIÓN A LOS PROCEDIMIENTOS DEMOCRÁTICOS
REPUBLICANOS ES UNA RECETA EXPLOSIVA PARA UNA DEMOCRACIA JOVEN EN ARGENTINA.
Democradura en Argentina: cuando todo vale
Por Federico M. Rossi (1)
Mauricio Macri dijo que iba a renovar
las formas del kirchnerismo preservando sus políticas sociales, pero
inmediatamente ha quedado claro por qué vendió globos de colores durante la
campaña.
El gobierno de Macri comenzó con una
imposición del poder ejecutivo sin precedentes, siendo el primero desde 1983
que no convoca a sesiones extraordinarias al asumir. Debido a la falta de
mayoría en ambas cámaras, decidió imponerse en una lógica del ganador se lleva
todo.
Rápidamente pagó a sus aliados el apoyo
con una abrupta reasignación de ingresos hacia el sector agroindustrial al
eliminar los impuestos a la exportación de alimentos. Como era de esperarse,
esto generó un alza masiva y descontrolada en supermercados. La otra medida
radical tomada fue la apertura de las importaciones, pagando a su coalición de
CEOs de empresas transnacionales mucho más rápido de lo que seguramente se lo
esperaban.
En cambio, poco hizo para cumplir sus
promesas de campaña al otro sector que lo apoyó: las clases medias que buscaban
un cambio. La única fue la apertura del mercado de divisas, pero la misma se
asoció a una masiva devaluación. Esto generará una mayor reconcentración de la
economía en el sector agroindustrial y de las empresas transnacionales y
exportadoras que no tienen límites para realizar este tipo de transacciones.
Más aún, una de las promesas de campaña
más fuertes, que era el Impuesto a las Ganancias sobre el salario no fue
eliminado y está siendo paulatinamente dejado fuera de la agenda de gobierno.
Los sindicatos ya están luchando por un mero bono compensatorio, algo muy
limitado en comparación a la lucha anterior por un derecho a no tributar
doblemente, como era el rechazo a Ganancias. Si los sindicatos no reaccionan
rápidamente con un cambio de estrategia, la situación empeorará sustancialmente
para los trabajadores.
LA ALIANZA PARA EL AJUSTE
La estrategia de Macri para sostener un
ajuste impopular se sostiene en un acuerdo tripartito: anuencia judicial,
mordaza informativa y represión. La estrategia de control del poder judicial es
la más controvertida de todas las decisiones cruciales adoptadas por Macri en
estos días. El nombramiento de dos jueces de la Corte Suprema con un
procedimiento apenas legal y sólo utilizado durante el sistema oligárquico en
el siglo XIX y dos veces por dictadores militares generó el rechazo de parte de
la UCR, todos los partidos de la oposición e incluso de parte de la Corte
Suprema misma.
El control de la Corte Suprema es crucial porque le permitiría a
Macri saltear al Congreso por medio de vetos permanentes sin temer que el Poder
Judicial frene su avance sobre el Poder Legislativo. El control del sistema
judicial siguió con dos nuevos decretos que frenan la aplicación del Código
Procesal Penal y le quita poder a la Procuraduría General de la Nación.
Seguramente Macri se extenderá con más reformas por decreto durante el verano.
La segunda estrategia, la de la mordaza
informativa se inició con la inclusión de diversos directivos de Clarín y La
Nación en posiciones de gobierno. Esta busca completarse con la anulación de la
Ley de Medios Audiovisuales. Esta Ley fue elogiada por las Naciones Unidas y la
Organización de Estados Americanos como un ejemplo mundial para los derechos a
la libertad de expresión y diversidad de voces. A fin de anularla, Macri
dictaminó por decreto la intervención de la Agencia de Fiscalización de
Servicios de Comunicaciones Audiovisuales y su equivalente para las
comunicaciones por la Internet, violando la autarquía de estas entidades y
virtualmente aniquilando la aplicación efectiva de la ley. Esto aseguraría que
ambos grupos comunicacionales no verían amenazadas sus posiciones dominantes y
además controlarían accesos dentro del Estado que antes les estaban prohibidos.
La tercera pata de esta estrategia es la
más clásica de todas. El ABC de todos los ajustes incluye fuerte represión.
Nadie jamás acepta ser más pobre pasivamente y esta se impone a la fuerza. La
alianza Cambiemos lo sabe muy bien por experiencia propia ya que muchos de sus
miembros fueron parte del gobierno de Fernando De la Rúa. Tanto es así que
Macri rápidamente reaccionó enviando gendarmes a reprimir en el siempre
conflictivo en el norte argentino. La jugada salió muy mal y generó las
primeras 43 víctimas del macrismo. Sin embargo, esto no frenó a la Ministra de
Seguridad Patricia Bullrich, quien declaró la emergencia en seguridad para
darle más poder a la policía, gendarmería y prefectura. Y la represión llegó
velozmente contra los trabajadores de la empresa avícola Cresta Roja. La
decisión de imponer una emergencia en seguridad tiene la anuencia de la mayor
parte de los gobernadores porque saben que ante las políticas de ajuste las
primeras víctimas de las puebladas son las autoridades subnacionales.
DEMOCRADURA
Esta combinación de aceleradas decisiones
están relacionadas al intento de Macri por imponer un ciclo de reducción de
derechos sociales y cívicos que nos llevaría a una “democradura”, un tipo de
democracia de baja intensidad que funciona de forma no republicana. Esta
combinación de la reducción del papel social del Estado que la Argentina
experimentó en el pasado, en combinación con una violación a los procedimientos
democráticos republicanos es una receta explosiva para una democracia joven
como la Argentina.
¿Cómo fue posible, entonces, que un
presidente que apenas ganó por 680.000 votos pueda imponer un ajuste? Este es
un problema que genera el presidencialismo. Este sistema pone al presidente en
una posición de ganador total aunque no haya sido así. Macri no tiene la
legitimidad para imponer ajustes estructurales porque no obtuvo la mayoría en
ninguna de las dos Cámaras del Congreso y triunfó por muy escaso margen. Esto
es potenciado por un estilo de gobierno autocrático que es propio de los
gobernadores y que Macri supo rápidamente reproducir en la Ciudad de Buenos
Aires cuando la gobernó y ahora en la Nación.
Macri se presenta a sí mismo, y
así lo presenta parte de la prensa local e internacional, como un político
liberal moderno, un demócrata pro-mercado con sentido social. Un hombre
de familia y negocios que comprende su rol de estadista. Esto, sin embargo, no
es más que la fachada de lo que es realmente: un gobernador socialmente
conservador y de derecha neoliberal que dice lo que la gente quiere escuchar
mientras nos lleva gradualmente hacia una democradura.
En un sistema parlamentario la solución
hubiese sido otra. Macri hubiese sido la primera minoría de una coalición con
el kirchnerismo, necesitando negociar un gobierno conjunto o debiendo llamar a
elecciones nuevamente luego de un año de gobierno transicional. Este hubiese
sido un escenario más representativo del resultado electoral que las urnas
dejaron.
ORGANIZAR LA RESILENCIA SOCIAL
La diferencia de la Argentina
contemporánea con el pasado es que los argentinos pasaron por más de 12 años de
una experiencia de centro-izquierda que reincorporó en términos masivos a los
sectores populares y las clases medias que habían sido excluidas durante el
período del Consenso de Washington. Esta parte importante de la sociedad ahora
es muy activa y politizada y sin dudas resistirá muchas de las transformaciones
de Macri hacia la democradura neoliberal. Una primera expresión de esta fuerza
se demostró un día antes de la asunción de Macri, cuando cientos de miles de
personas llenaron la Plaza de Mayo en el último día del mandato de Cristina
Fernández de Kirchner.
Es esta misma gente la que organizó la primera protesta
contra el ajuste y por la libertad de expresión el 14 de diciembre. Y es la que
el 17 de diciembre se convocó a la Plaza Congreso para rechazar el ajuste,
repudiar la designación por decreto de los jueces de la Corte Suprema de
Justicia y el intento de anular la Ley de Medios Audiovisuales. Siguieron las
resistencias populares con la multitudinaria marcha del 6 de enero para exigir la
apertura del Congreso Nacional en enero, la que mostró un alto nivel de
coordinación con la bancada del kirchnerismo y tuvo gran repercusión mediática,
así como dentro del gobierno de Macri.
En estos fugaces días quedó en evidencia
que el escaso margen con el que triunfó Macri no significó un cambio de ciclo,
sino la imposición abrupta de una nueva era. La historia no está escrita aún y
son tanto la batalla legislativa y sindical, como la cultural y territorial,
las que van a caracterizar el período que se viene. La resiliencia social, es
decir, la capacidad de la población para replegarse y defender los derechos
adquiridos ante una agresión a la que estamos siendo sometidos es la clave para
evitar que vivamos en una sociedad más injusta.
Para los actores organizados será crucial
sostener la profundidad de la incorporación cultural de las transformaciones
producidas por las políticas inclusivas de las presidencias anteriores como
“derechos” y no “ayudas”. No debemos confiarnos que esto vaya a suceder naturalmente,
porque el gobierno ya comenzó a rápidamente dar batalla en estos campos. Será
la capacidad de resistencia organizada de la sociedad la única que podrá dar un
freno a un nuevo intento de la derecha por debilitar al Estado democrático y
mercantilizar una vez más las relaciones sociales. (2)
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FUENTE:
(1) Federico M. Rossi. Sociólogo Político, miembro del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
(4) Collage: El Blog de Miguel Angel Bayona