EL DÍA
SÁBADO 28 DE JULIO DE 1821 EN LA PLAZA PRINCIPAL DE LIMA SE JURA SOLEMNEMENTE
LA INDEPENDENCIA DE PERÚ: EN LA MAÑANA DE TAN MEMORABLE DÍA, SAN MARTÍN SE DIRIGIÓ A
LA PLAZA PRINCIPAL, PRECEDÍA A ESTE SÉQUITO UNA LUJOSA COMITIVA. EN MEDIO DE LA PLAZA SE HABÍA CONSTRUIDO UN GRAN TABLADO, AL QUE SE DIRIGIÓ SAN MARTÍN Y UNA VEZ EN ALTO EL MARQUÉS DE MONTEMIRA PUSO EN SU MANO LA BANDERA PERUANA QUE EL GENERALÍSIMO CREARA EN PISCO Y RECIBIÉNDOSELA SAN MARTÍN EN MEDIO DE UN ALBOROZO DELIRANTE, LA TREMOLÓ Y PRONUNCIÓ ESTAS PALABRAS QUE AL DECIR DE UN CRONISTA PERMANECERÁN ESCULPIDAS EN EL CORAZÓN DE TODO PERUANO ETERNAMENTE.
“EL
PERÚ ES DESDE ESTE MOMENTO LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS
PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE”. BATIÓ LUEGO POR REPETIDAS
VECES LA BANDERA QUE ÉL MISMO HABÍA CREADO EN PISCO, SÍMBOLO DE LA NUEVA
NACIONALIDAD QUE , ERA SOSTENIDO POR SU
FUNDADOR, EL PUEBLO REPETÍA ¡VIVA LA PATRIA, VIVA LA LIBERTAD, VIVA LA
INDEPENDENCIA.
SAN MARTÍN PROCLAMÓ LA INDEPENDENCIA DE PERÚ EL 28 DE JULIO FLAMEANDO LA BANDERA CREADA POR ÉL MISMO EN PISCO.
Por Miguel Angel Bayona Elías. Delegado Instituto Sanmartiniano Filial Palpa en Argentina.
Era un miércoles
del 19 de julio de 1821 cuando el director O’Higgins dirige un oficio que
también llevaba la firma de su ministro Zenteno, dirigido al almirante
Cochrane, en el que se le informa que el general San Martín es el comandante en
jefe de la expedición lista para marchar a Perú, y se precisan en el documento
con toda claridad cual es la sujeción del Almirante a la autoridad de San
Martín, y la línea de conducta que deberá observar referente a las operaciones
de la escuadra según lo creyese conveniente el Comandante en Jefe de la fuerza
expedicionaria.
El
mismo día se daba a conocer a Cochrane esta resolución, se le pasaba a San
Martín un oficio y en forma reservada se le daban a conocer las últimas
decisiones del gobierno de Chile para el caso en que el almirante Cochrane por
actos arbitrarios u otro, no mantuviese dentro de su órbita. En el caso que el Almirante
no cumpliese las órdenes o instrucciones de su Generalísimo, éste debía
exonerarlo del mando y subrogarlo por el capitán de navío don Martín Jorge
Guise, invistiéndolo con el comando en jefe.
Desde
Lima, San Martín le escribe a O’Higgins lo siguiente: Al fin, con paciencia
y movimientos hemos reducido a los enemigos a que abandonen la capital de los
Pizarro. No puede usted calcular el grado de entusiasmo de estas gentes. El es
en proporción de la horrible tiranía que han ejercitado los españoles.
El día
20. Arenales, recibió en la noche del 19, comunicaciones de San Martín, con
noticias claras sobre la Serna, el que había salido de Lima con cerca de 4,000
hombres, marchando por la costa del Sud hasta Bujama, había convergido hacia la
Cordillera por la misma quebrada y atravesando el partido de Yauyos se dirigía
hacia Jauja (estos detalles se los transmitían a Arenales espías y prácticos de
confianza), ante estas noticias, el General de la Sierra, resolvió en la
madrugada del 20 ponerse en marcha inmediatamente, para dirigirse al puente de
la Oroya, pasarlo y buscar la quebrada de Yáuli, para dar con el Virrey.
Calculaba Arenales que éste debía hallarse a la sazón en la cima de los Andes.
Puesto en marcha por los altos del Oeste de Jauja, a media tarde acampaba en la
hacienda de Cachicachi, a donde acababa de llegar el Batallón Nº 2 de Chile,
que4 por orden de San Martín venía del otro lado a reunirse a la División de la
Sierra.
El día
21. Prosigue la división de Arenales, sufriendo bastante por la nieve que
felizmente se disipó a media mañana: al caer la tarde llega al pueblo de la
Oroya, donde se encontraba el puente colgante (sobre cables) del mismo nombre
sobre el Río Grande. La operación de cruzar el río duró más de 24 horas: la
caballería en la tarde del 21; la artillería, infantería y parte el día 22,
estando a media tarde de este día acampada toda la división en la margen
derecha del río.
El día
23. La división de la Sierra marcha toda la jornada, en repecho y por fondo de
la quebrada de Yauli, alojándose en el pueblo
de este nombre, distante 10 leguas de la Oroya y 26 de Jauja.
El día
24. San Martín expide un bando declarando que el estado de guerra en que se
halla Perú con la Metrópoli, no es conciliable con la circunstancia de que se
presenten en las calles públicas oficiales del ejército real con las
escarapelas e insignias españolas, por lo que prohíbe el uso de tales
distintos.
En la
noche del 23, Arenales había recibido noticias de Lima, anunciándole que el
Virrey había contramarchado, dejando a Yauyos para buscar el paso de Turpo y
Totay, sobre Huancavélica: La causa era que los habitantes de Yauyos, muy
patriotas y belicosos, habían opuesto una obstinada resistencia a la marcha de,
de la Serna, causándole gran pérdida, y obligándole a abandonar el paso que buscaba.
Arenales
había hecho saber a los habitantes de los Yauyos la próxima salida de los
realistas de Lima, incitándolos a la resistencia, y aquéllos respondieron
ampliamente a este llamado: las familias con sus ganados habían emigrado y
retirado los víveres y forrajes, las casas abandonadas, los caminos cortados en
los puntos estrechos e indispensables; toda la gente de pelea, hasta los
muchachos, dividida en trozos, ocuparon los lugares culminantes en los desfiladeros,
convirtiéndolos en expugnables castillos: los que poseían armas de chispa y
blancas formaban las guerrillas en los bajos, sosteniendo continuamente
tiroteos con los enemigos y refugiándose en los boquetes laterales, según las
circunstancias.
En el
día miércoles 25 la División de la Sierra llega al pueblo de Matucana, distante
19 leguas de Lima; lugar donde se acantonó para descansar después de 16 días de
penosas e ininterrumpidas marchas. Arenales despachó desde Casa-Palca, primera
población de la quebrada de San Mateo, al coronel Francisco de Paula Otero, que
como otros, marchaba como emigrado, para que se adelantara a Lima a informar
verbalmente a San Martín circunstancialmente de todas las novedades y estado de
la División. El infatigable Otero llegó a Lima el mismo día, a fin de llenar su
cometido.
En ese mismo día del 25 de julio. San
Martín expide un bando, anunciando a los peruanos de que el próximo sábado 28
se proclamará solemnemente la Independencia del país, y
para que tal acto revista la importancia que corresponde, invita al vecindario
a que adorne e ilumine sus casas en las noches del viernes, sábado y domingo, para que con las demostraciones de
júbilo, se den al mundo los más fuertes testimonios del interés con que la
ilustre capital de Perú celebrará el día
primero de su independencia, y el de su incorporación a la gran familia
americana.
Mientras
tanto el día 26 los sitiados del Callao emprenden una formal salida que fue rechazada
por los sitiadores, acción en la que se distinguieron especialmente el sargento
mayor Eugenio Necochea y el capitán Pedro Raulet, que fue herido levemente.
Finalmente el día sábado 28 de julio del
año 1821 en la plaza principal de Lima se jura solemnemente la Independencia:
En la
mañana de tan memorable día, San Martín
reunió en el palacio de los Virreyes a los jefes de su E.M. y desde allí se
dirigió a la plaza principal, acompañado del marqués de Montemira, de su E.M. y
de todos los jefes y oficiales del Ejército Libertador.
Precedía
a este séquito una lujosa y numerosa comitiva: En medio de la plaza se había
construido un gran tablado, al que se dirigió San Martín y una vez en alto el
marqués de Montemira puso en su mano la bandera peruana que el Generalísimo
creara en Pisco y recibiéndosela San Martín en medio de un alborozo delirante,
la tremoló y pronunció estas palabras que al decir de un cronista permanecerán esculpidas en el corazón de todo peruano eternamente:
“El
Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los
pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Batió luego por
repetidas veces la bandera y mientras el símbolo de la nueva nacionalidad era
sostenido por su fundador, el pueblo repetía ¡Viva la patria, viva la
libertad, viva la independencia!.
Por la
noche se celebró tan magno acontecimiento con una recepción solemnísima en las
salas capitulares del ayuntamiento, a la que asistió lo más calificado de Lima.
Bailóse
hasta altas horas de la noche, y por todas partes se dejaba ver San Martín
afable y cautivante. Todo cooperaba – se dice en un documento – a hacer
resaltar más y más el esplendor de una solemnidad tan gloriosa.
Fuente: Jacinto R.
Yaben, Efemerides Sanmartinianas, Tercera Edición y Comisión Nacional de
Homenaje al Bicentenario del Nacimiento del General D. José de San Martín,
Instituto nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1978.
Collage: El Blog de Miguel Angel Bayona.
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