EL DÍA
02 DE AGOSTO DE 1821. SAN MARTÍN PASA A DECLARAR QUE QUEDAN REUNIDOS EN ESE DÍA EN SU PERSONA. EL MANDO SUPREMO POLÍTICO Y MILITAR DE LOS DEPARTAMENTOS LIBRES DEL PERÚ, BAJO EL TÍTULO DE PROTECTOR; QUE EL MINISTERIO DE ESTADO Y DE RELACIONES EXTERIORES ESTARÁ A CARGO DE DON JUAN GARCÍA DEL RÍO, QUE EL MINISTRO DE GUERRA Y MARINA LO SERÁ EL TENIENTE CORONEL DON BERNARDO MONTEAGUDO, AUDITOR DE GUERRA YA EN EL EJÉRCITO, Y EL DE HACIENDA, EL DOCTOR DON HIPÓLITO UNÁNUE, QUE HABÍA SIDO SECRETARIO DEL DESPACHO EN EL GOBIERNO COLONIAL.
EL DÍA VIERNES 3 DE AGOSTO DE 1821. SAN MARTÍN POR DECRETO SUYO, ASUMIÓ OFICIALMENTE EL MANDO POLÍTICO Y MILITAR DE LOS DEPARTAMENTOS LIBRES Y EL TÍTULO DE PROTECTOR, HITO FUNDAMENTAL QUE SEÑALÓ EL NACIMIENTO DEL ESTADO PERUANO.
Por Miguel Angel Bayona Elías. Delegado Instituto Sanmartiniano del Perú Filial Palpa en Argentina.
El día jueves
02 de Agosto de 1821. San Martín expide su primer mensaje al pueblo peruano, en
el que dice que una buena parte de su empresa libertadora se ha cumplido, pero
la obra quedaría incompleta – añade – y mi corazón poco satisfecho si yo no
afianzase para siempre la seguridad y la prosperidad futura de los habitantes
de esta región. Sigue diciendo que desde que desembarcó en Pisco anunció que
por el imperio de las circunstancias se hallaba revestido de suprema autoridad
y que era responsable a la patria del ejercicio de ella. No han variado
aquellas circunstancias puesto que aún hay en el Perú enemigos exteriores que
combatir y por consiguiente, es de necesidad que continúen reasumidos en mí el
mando político y militar.
Continua
diciendo que 10 años de revolución en Venezuela, Cundinamarca, Chile y Provincias
Unidas del Río de la Plata, le han hecho conocer los males que ha ocasionado la
convocatoria intempestiva de congresos cuando aún subsistían enemigos en
aquellos países: primero es asegurar la independencia, después se pensará en
establecer la libertad sólidamente.
La
religiosidad con que he cumplido mi palabra en el curso de mi vida pública me
da derecho a ser creído, yo la comprometo ofreciendo solemnemente a los pueblos
del Perú que en el momento mismo en que sea libre su territorio, haré dimisión
del mando para hacer lugar al gobierno que ellos tengan a bien elegir. La
franqueza con que hablo, debe servir como un nuevo garante de la sinceridad de
mi intención. Yo pudiera haber dispuesto que electores nombrados por los
ciudadanos de los departamentos libres designasen la persona que había de
gobernar hasta la reunión de los representantes de la nación peruana; más como
una parte, la simultánea y repetida invitación de gran número de personas de
elevado carácter y decidido influjo en esta capital para que presidiese a la
administración del estado me aseguraba un nombramiento popular, y por otras
había obtenido ya el asentimiento de los pueblos que estaban bajo la protección
del Ejército Libertador, he juzgado más decoroso y conveniente el seguir esta conducta
franca y leal que debe tranquilizar a los ciudadanos celosos de su libertad.
Cuando
tenga la satisfacción- dice para terminar – de renunciar al mando, y dar cuenta
de mis operaciones a los representantes del pueblo, estoy cierto que no
encontrarán en la época de mi administración aquellos rasgos de venalidad,
despotismo y corrupción que han caracterizado a los agentes del gobierno
español en América. Administrar recta
justicia y a todos, recompensando la virtud y el patriotismo y castigando el
vicio y la sedición en donde quiera que se encuentre, tal es la norma que
reglará mis acciones mientras esté colocando a la cabeza de esta nación.
A
continuación San Martín pasa a declarar que quedan reunidos en ese día en su
persona. El mando supremo, político y militar de los departamentos libres del
Perú, bajo el título de PROTECTOR; que el ministerio de Estado y de Relaciones
Exteriores estará a cargo de don Juan García del Río, que el Ministro de Guerra
y Marina lo será el teniente coronel don Bernardo Monteagudo, auditor de guerra
ya en el ejército, y el de Hacienda, el doctor don Hipólito Unánue, que había
sido secretario del despacho en el gobierno colonial. (1)
De la
época en que San Martín desempeñó su cargo de Protector del Perú conservamos
documentos muy valiosos para conocer las concepciones políticas del Gran Jefe,
como el que citamos a continuación en el que expresa sus ideas sobre la
necesidad de dosificar la libertad:
La obra
difícil y que debe ser valiente, firme y con circunspección emprendida, es
corregir la idea confusa que el gobierno anterior había dejado impresa en la
mente de la actual generación. No ha de suponerse, sin embargo, que esta
dificultad consista tanto en la falta de conocimiento de los medios adecuados
con que se ha de conseguir el fin, como en la peligrosa precipitación con que
los gobiernos nuevos reforman los abusos que encuentran establecidos. Empezando
con la libertad, el más ardiente de nuestros deseos, que debe otorgarse con
sobriedad para que los sacrificios hechos con el propósito de ganarla no resulten
inútiles.
Todo
pueblo civilizado está en estado de ser libre; pero el grado de libertad que en
un país goce, debe estar en proporción exacta al grado de su civilización; si
el primero excede al último, no hay poder para salvarlo de la anarquía; y si sucede
lo contrario, que al grado de civilización vaya más allá del monto de libertad
que el pueblo posea, se sigue la
opresión. Si a toda Europa se le otorgase la libertad de Inglaterra, la mayor
parte de ella presentaría un caos de completa anarquía; y si en vez de su
constitución actual los ingleses hubieran de sujetarse a la Carta de Luis XVIII
se consideraría esclavizados.
Es
razonable que los gobiernos de Sud América sean libres; pero es necesario
también que lo sean en la proporción establecida; el mayor triunfo de nuestros
enemigos sería vernos alejar de esta medida.
En
todas las ramas del bienestar público, aun en la economía doméstica, son
necesarias grandes reformas: Puede decirse, en general, sin riesgo de
equivocarse, aunque la expresión parezca prejuicio, que es esencial despojar a
nuestras instituciones y costumbres de todo lo que sea español. Hacer estas
reformas exabrupto y sin discreta reflexión, sería también un error español en
que las Cortes, en este momento (1821), han incurrido, por cambiar
precipitadamente el estado político y religiosos de la península. Por otro
lado, nosotros debemos evitar el error de caer en tales equivocaciones e
introducir gradualmente las mejoras que el país esté preparando para recibir y
para las que el pueblo está tan bien adaptado por su docilidad y la tendencia
hacia el progreso que marca su carácter social. (2)
(1) Jacinto R. Yaben,
Efemerides Sanmartinianas, Tercera Edición y Comisión Nacional de Homenaje al
Bicentenario del Nacimiento del General D. José de San Martín, Instituto
nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1978.
(2) Felipe Pigna, La Voz del Gran Jefe, Vida y Pensamiento de José de San Martín, libro 3ª edición: marzo 2015, pag. 379 y 380.
(3) Collage: El Blog de Miguel Angel Bayona.
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